Los Angeles de charlie
Decía un crítico muy serio de un periódico muy serio que ésta era una película incompetente porque no habían sabido mantener en la misma posición el brazo de Drew Barrymore sobre el hombro de John Cleese en tres tomas distintas. El comentario resulta tan apropiado como la queja sobre el punto de la carne servida en una cena erótica. Si es eso lo que te preocupa, es que eres tú el que no encajas. Pero es que hay críticos así, que se ponen la servilleta en el cuello para comer cine iraní sin preguntarse qué es lo que le van a servir en la pantalla.
Y lo que ponen en la pantalla no es sino una parodia que la segunda parte realiza sobre la primera. McG, que ya dirigió la primera parte, sabe que no puede ofrecer nada nuevo a menos que tome la historia que tiene entre manos y la deforme hasta convertirla en una burla de sí misma. Sólo bajo esa premisa puede funcionar esta película. Cualquier otra forma de enfrentarse a ella va a provocar el mal humor del espectador y su salida apresurada del cine.
Si se comienza a ver la película, pues, con ese aire irónico que el propio McG emplea consigo mismo, el resultado es curioso. Empieza la historia con una serie de escenas de acción donde lo menos importante es la cuestión de la verosimilitud y con un guiño a las segundas partes con el personaje de Jason (Matt LeBlanc), a punto de estrenar su película Mission Extreme II, defendiendo la sutileza del título. Ya en ese arranque se presentan las reglas sobre las que se va a construir la historia y el que no las acepte va a sentirse fuera de lugar el resto de la película.
Quien se encuentre con el humor o la predisposición necesaria como para seguir ese tono elegido por McG, va a vérselas con una historia en la que , como en un collage, se van a presentar enlazadas varias escenas de series o películas ajenas en las que lo absurdo parece perdonarse. Es el caso de C.S.I., que pretende ocultar con la seriedad de sus personajes unas deducciones imposibles : una mancha de aceite en el traje de una mujer atropellada que pertenece a un 4*4 del que sólo hay un único modelo cuyo dueño es el vecino de la anciana muerta. Si se quita a Grissom y se coloca a Cameron Diaz, el resultado es cómico. Si en el arranque se ridiculizan las habilidades de un James Bond y en el análisis del primer asesinato es el grupo de Grissom el que no sale bien parado, en el resto siguen las burlas a películas como Flashdance (las tres mujeres soldando el buque), Matrix (los enfrentamientos con el ángel caído), Lara Croft (la escena en la que entran en el almacén del puerto) o Misión Imposible (el final de la película).
Lo que hace McG es, en fin, añadirle un toque de humor a un cine que, quedándole muy cercano en cuestión de estilo, no quiere arriesgarse a caer en el ridículo si en algún momento aparece la carcajada entre el público. Así que el espectador tiene que ver "Spiderman" , "Daredevil" o, últimamente "Hulk", con una seriedad impuesta por el propio director ,que parece temer que el peor adversario de su superhéroe no sea un duende verde o un negro inmenso, sino la sonrisa de un espectador. El resultado es que se empieza con la referencia a una infancia triste, donde los padres mueren demasiado pronto, y se termina con ese prólogo que Ang Lee se saca de la manga para elevar a un personaje que sólo se despega del suelo cuando se le desborda esa pulga que lleva dentro de sí.
La narración del pasado de los tres ángeles puede verse cómo otra parodia de esas infancias terribles a las que se enfrenta cualquier espectador que vaya a ver las andanzas de un personaje que pretenda enfrentarse al mal.
El propio McG parece dudar de que con esa táctica de unir escenas sea capaz de crear la película que los de Sony le han encargado (la primera sirvió para arreglar las cuentas de un departamento de cine que llevaba varios fracasos acumulados) y ese final en el que todos los personajes celebran el estreno de la segunda parte de Mission Extreme II es una autocrítica a su propio trabajo, como si diera gracias a todos los que le han ayudado con una historia que, en algunos momentos, parecía que fuese a venirse abajo.
Si los críticos han puesto tan mal esta película es porque desde el principio ya sabían qué tenían que escribir. Como echarle un pulso a un niño : la excusa perfecta para recordar a los lectores y a uno mismo dónde se sitúa uno en el mundo del cine. ¿Y qué mejor que hacerlo que con esta película, que parece estar pidiendo a gritos unas frases hirientes y unos ataques despiadados?. El cine en verano permite que los críticos saquen pecho y señalen sin ninguna duda dónde esta su enemigo.
Pero es que esta película deja también en evidencia a los críticos. Detrás de toda la presión de marketing, de los vídeos de Pink cantando la banda sonora, de las entrevistas a las tres chicas a todas horas en televisión y a las fotos en todos los periódicos hay unos guionistas que parecen habérselo pasado muy bien escribiendo la historia haciendo parodia de películas semejantes.
Y lo que ponen en la pantalla no es sino una parodia que la segunda parte realiza sobre la primera. McG, que ya dirigió la primera parte, sabe que no puede ofrecer nada nuevo a menos que tome la historia que tiene entre manos y la deforme hasta convertirla en una burla de sí misma. Sólo bajo esa premisa puede funcionar esta película. Cualquier otra forma de enfrentarse a ella va a provocar el mal humor del espectador y su salida apresurada del cine.
Si se comienza a ver la película, pues, con ese aire irónico que el propio McG emplea consigo mismo, el resultado es curioso. Empieza la historia con una serie de escenas de acción donde lo menos importante es la cuestión de la verosimilitud y con un guiño a las segundas partes con el personaje de Jason (Matt LeBlanc), a punto de estrenar su película Mission Extreme II, defendiendo la sutileza del título. Ya en ese arranque se presentan las reglas sobre las que se va a construir la historia y el que no las acepte va a sentirse fuera de lugar el resto de la película.
Quien se encuentre con el humor o la predisposición necesaria como para seguir ese tono elegido por McG, va a vérselas con una historia en la que , como en un collage, se van a presentar enlazadas varias escenas de series o películas ajenas en las que lo absurdo parece perdonarse. Es el caso de C.S.I., que pretende ocultar con la seriedad de sus personajes unas deducciones imposibles : una mancha de aceite en el traje de una mujer atropellada que pertenece a un 4*4 del que sólo hay un único modelo cuyo dueño es el vecino de la anciana muerta. Si se quita a Grissom y se coloca a Cameron Diaz, el resultado es cómico. Si en el arranque se ridiculizan las habilidades de un James Bond y en el análisis del primer asesinato es el grupo de Grissom el que no sale bien parado, en el resto siguen las burlas a películas como Flashdance (las tres mujeres soldando el buque), Matrix (los enfrentamientos con el ángel caído), Lara Croft (la escena en la que entran en el almacén del puerto) o Misión Imposible (el final de la película).
Lo que hace McG es, en fin, añadirle un toque de humor a un cine que, quedándole muy cercano en cuestión de estilo, no quiere arriesgarse a caer en el ridículo si en algún momento aparece la carcajada entre el público. Así que el espectador tiene que ver "Spiderman" , "Daredevil" o, últimamente "Hulk", con una seriedad impuesta por el propio director ,que parece temer que el peor adversario de su superhéroe no sea un duende verde o un negro inmenso, sino la sonrisa de un espectador. El resultado es que se empieza con la referencia a una infancia triste, donde los padres mueren demasiado pronto, y se termina con ese prólogo que Ang Lee se saca de la manga para elevar a un personaje que sólo se despega del suelo cuando se le desborda esa pulga que lleva dentro de sí.
La narración del pasado de los tres ángeles puede verse cómo otra parodia de esas infancias terribles a las que se enfrenta cualquier espectador que vaya a ver las andanzas de un personaje que pretenda enfrentarse al mal.
El propio McG parece dudar de que con esa táctica de unir escenas sea capaz de crear la película que los de Sony le han encargado (la primera sirvió para arreglar las cuentas de un departamento de cine que llevaba varios fracasos acumulados) y ese final en el que todos los personajes celebran el estreno de la segunda parte de Mission Extreme II es una autocrítica a su propio trabajo, como si diera gracias a todos los que le han ayudado con una historia que, en algunos momentos, parecía que fuese a venirse abajo.
Si los críticos han puesto tan mal esta película es porque desde el principio ya sabían qué tenían que escribir. Como echarle un pulso a un niño : la excusa perfecta para recordar a los lectores y a uno mismo dónde se sitúa uno en el mundo del cine. ¿Y qué mejor que hacerlo que con esta película, que parece estar pidiendo a gritos unas frases hirientes y unos ataques despiadados?. El cine en verano permite que los críticos saquen pecho y señalen sin ninguna duda dónde esta su enemigo.
Pero es que esta película deja también en evidencia a los críticos. Detrás de toda la presión de marketing, de los vídeos de Pink cantando la banda sonora, de las entrevistas a las tres chicas a todas horas en televisión y a las fotos en todos los periódicos hay unos guionistas que parecen habérselo pasado muy bien escribiendo la historia haciendo parodia de películas semejantes.
0 comentarios